viernes, 25 de noviembre de 2016

MENTIRA, TRAICION Y FELONIA. FERNANDEZ DE LA MORA (3)










SOBRE FRANCO

"...Era muy diferente de su pueblo; pero conocía tan bien sus defectos como sus cualidades. La capital virtud política de Franco era la serenidad. Nunca le vi ni crispado ni con prisas. No se desentendía de nada que fuese de su competencia y atacaba los problemas, pero sin nervios, sin premuras. Este talante en la cúpula irradiaba una general sensación de tranquilidad, de seguridad y de normalidad que permitía a los funcionarios, a los empresarios y a los asalariados trabajar sin la angustia de un brusco viraje, de un vacío de poder o de un hiato nacional. En la paz, el templado sosiego de Franco hizo de España una nación confiada y laboriosa.
Su sobriedad era extrema, su atuendo era sumamente sencillo. Cuando vestía el uniforme sólo usaba la cruz laureada de San Fernando. Su sempiterno traje gris, cien veces replanchado, revelaba ruborosamente, al reflejo de la luz, sus muchos años. Su ajuar personal era casi de campaña, empezando por el reloj y la pluma trasnochados. Sus habitaciones privadas en El Pardo parecerían poco habitables a muchos burgueses medios. El viejo automóvil de los viajes oficiales y particulares funcionaba perfectamente gracias a la pericia del mecánico. El presupuesto de la jefatura del estado se mantuvo siempre en cifras ridículas. Se abstuvo siempre de toda actividad mercantil o especulativa. Practicó el antinepotismo. Le repugnaba cualquier especie de corrupción, y su ejemplo contribuyó a robustecer la decencia de las administraciones públicas. Al cabo de cuarenta años de ejercicio de la soberanía, no legó más bienes que sus modestos ahorros de octogenario soldado.
Este fue el hombre que, después de muerto, algunos resentidos, incluso compatriotas, siguen cubriendo de improperios tan gratuitos como burdos. Cantaba el salmista que los labios expresan lo que rebosa el corazón. Cuando lo que brota de ciertos ánimos es hiel, ¿por qué no lo vierten en lugares excusados, por higiene propia y por respeto a los demás? Aunque, a su pesar, vienen tácitamente a enaltecer al personaje, porque ¿quién se ocupa de figuras tan insignificantes como Luis I, Fernando VI o Alfonso XII? Sólo los egregios como Fernando el Católico, Carlos V.
las gestas más trascendentales de dos milenios de historia de España han sido la romanización, la cristianización, la unidad nacional, el descubrimiento y la colonización de América, la revolución industrial y la transformación del proletariado en clases medias. Dos de esos magnos hechos son logros de la era de Franco.
Franco es el gobernante más honesto que ha tenido España y el más eficaz, por lo menos, desde Felipe II.......Creo que la pena más profunda de Franco en sus últimos años fue asistir, silencioso, a la creciente hostilidad de la jerarquía de una Iglesia que él había salvado de la demolición".
"Cuando comparo a aquellas personas,(los gobernantes que conoció en la época de Franco), con las que en nuestra partitocracia se disputan por todos los medios hasta la última parcela de jurisdicción, aquellos me parecen franciscanos de la política, casi ascetas del poder. Este era también el caso arquetípico de Franco, a quien sus obsesivos detractores quieren presentar como sediento de lo que más detestaba, las cosas de la política. Como le decía a Pemán:"no se meta usted en ellas", no ejercía de cínico, sino de sincero."

SOBRE DON JUAN

"...tuve ocasión de mantener largas conversaciones con él y de sentarme a su mesa; pero me resulta imposible citar una sola sentencia suya para la pequeña historia".

SOBRE CARLOS ANDRES PEREZ

"Este impresentable personaje fue luego distinguido con la admirativa amistad de un socialista, presidente del Gobierno español, y con generosos créditos estatales. Su presunto progresismo dejó empobrecido a un país de inmensas riquezas naturales".

TRANSICION

"A mi lado solía tomar asiento el Teniente General Campano, de valeroso comportamiento durante la guerra civil y reiteradamente distinguido con puestos de alta responsabilidad. Me sorprendió su inseguridad doctrinal y su docilidad a las consignas gubernamentales, lo que me indujo a pensar que el Ejército estaba dejando de ser columna vertebral"
"¿Qué había sucedido? Después de explorar las fuentes principales, incluso al propio rey, he llegado a la conclusión de que don Juan Carlos, que encontraba a Arias insuficientemente dispuesto al desmontaje completo del Estado de las Leyes Fundamentales, había sido persuadido de que la proyectada reforma parcial prolongaría su vigencia y que retrasaría la instauración de una partitocracia, que era el objetivo real y el de nuestros vecinos, a la cabeza de ellos Francia. Las logias, que detestaban a Arias por haberlas perseguido, estaban en análoga línea de cambio total"







(Conversando con Arias)-"Cuando comprobé que las Fuerzas Armadas no acababan de aclarar su posición, decidí abandonar. Tras un breve silencio añadió:
- Había, además, la tabarra de la masonería que yo tenía casi ya olvidada.
- Por ejemplo- le dije.
- Pues un ejemplo. Cuando yo era Director General de Seguridad, entre nuestros informadores figuraba un oficial de infantería excedente, un tal Gutiérrez Mellado, que nos suministraba periódicamente noticias sobre las actividades clandestinas de los comunistas. Por cierto, que tardíamente averigüé que los mismos documentos se los facilitaba al Estado Mayor. Un día quiso verme para hacerme entrega de algo que afirmaba ser sumamente confidencial. Finalmente accedí a recibirle y me entregó una lista manuscrita de altos mandos militares supuestamente afiliados a las logias. Se la trasladé al ministro Alonso Vega, quien se la presentó a Franco. El Generalísimo, después de leerla, dijo:"Ni son todos los que están ni están todos los que son. Y pasó a otro asunto....Pasaron los años y, en uno de mis primeros despachos con el recién proclamado rey, me pidió que le llevara esa nota manuscrita de la que nunca le había hablado. me asombró que conociera la existencia de taqn rancio y reservado papel. No tuve tiempo de buscarlo, y en el siguiente despacho me lo reclamó de nuevo. Me excusé. La escena se repitió dos semanas después y entonces Don Juan Carlos sacó del bolsillo una bolsita de pasas, y dándomela, sentenció: "Son muy buenas para la memoria". Comprendí que su interés era muy serio. Localicé el documento y se lo entregué una quincena más tarde. No recuerdo si lo guardó o lo destruyó delante de mí. Conservo una fotocopia. Los cofrades se han despertado y son infatigables. Ahora sospecho que en mi gobierno se me filtró alguno"








"...Del mismo modo se pudo encomendar al antiguo agente de espionaje y resentido general Gutiérrez Mellado, primero, la desactivación y, pronto, la desarticulación de las Fuerzas Armadas. La Santa Sede colaboró activamente gracias a las designaciones episcopales de Pablo VI y a la entusiasta disposición del presidente de la Conferencia, Tarancón, en otro tiempo admirador del Frente de Juventudes del Movimiento. Los conversos suelen ser los más ardientes."

(Al Almirante Pita da Veiga)- "Entonces le aclaré que yo conocía bien a Suárez y la liquidadora misión que había aceptado, y estaba seguro de que trataría de venderles su "estampita" al modo gitano".

"Es difícil conocer las motivaciones de cada uno de aquellos generales y almirantes. Alguno quiso ganar una patente de democratismo, otros se dejaron engañar, los más se rindieron ante las presiones de arriba e interpretaron su consenso como un acto de disciplina"

"El teniente general De Santiago, que aún ostentaba el cargo de Vicepresidente del Gobierno para los asuntos de la defensa desde que lo designó Franco en el primer gabinete Arias, dimitió a finales de septiembre de 1976 con el pretexto de la disolución de la Organización Sindical y la legalización de las centrales sindicales que consideraba "responsables de los desmanes cometidos en zona roja". Aunque escasamente operativo, era el último obstáculo para la liquidación total y prefirió no ser cómplice. Pero, como afirmaba Talleyrand, celui qui n'est pas présent a toujours tort, el ausente siempre es el que se equivoca. Con esta dimisión el Ejército se ausentó definitivamente del gobierno porque el sustituto de De Santiago fue el general Gutiérrez Mellado que hizo todo lo posible para anular a las Fuerzas Armadas como institución vertebral, las redujo a una subalterna burocracia y las diezmó con el expediente de la "reserva activa". En suma, llevó a cabo la empresa que no pudo realizar Azaña. Este trascendental servicio fue premiado con un excepcional ascenso no reglamentario a capitán general, y con un marquesado."
"El motor del cambio fue el rey con los poderes recibidos  de las Leyes Fundamentales; el instrumentador fue Fernández Miranda, y los consentidos sujetos pasivos fueron los altos mandos militares. En último lugar las Cortes, y el pueblo español que, movilizado por los cuadros del Movimiento, votó a favor de un referéndum que no apoyaron ni el PSOE ni el PC. A muchos se les hizo creer que votar afirmativamente era pronunciarse a favor de la continuidad de la era de Franco. El Estado de las Leyes Fundamentales no se hundió, sino que fue laboriosamente volado desde la cúpula."
"Empezaba la liquidación de las Fuerzas Armadas que había anunciado a los altos jefes antes de su rendición colectiva ante Suárez. Quince años después, tras el retiro de miles de oficiales, reducción de unidades, estrangulamiento presupuestario, devaluación social y la llamada objeción de conciencia que diezmó a la tropa, los ejércitos se convirtieron en una sombra de sí mismos. Los oficiales perseguidos por el terrorismo dejaron de vestir el uniforme y tuvieron que vivir como acosados y exiliados en el interior de su patria. Previsible consecuencia de entregar la victoria a unos vencidos rencorosos.
Inspirados en ciertos déspotas orientales, algún emperador romano promulgó contra su desaparecido predecesor una damnatio memoriae que anulaba sus decretos, prohibía mentarle e instaba a borrar su nombre hasta de las lápidas. Quizá una especie de odio al padre. La II Restauración dictó una indigna proscripción póstuma de su progenitor. Al mismo tiempo que se llevaba a cabo la demolición institucional y la castración militar, se trató de imponer una especie de demonización de Franco, a pesar de que en el primer momento, a propuesta de Arias, el Rey le hubiera concedido un ducado e inscrito su nombre como ejemplar a la cabeza de los escalafones militares. Pronto, mencionar a Franco sin denuestos se convirtió en acto heroico y en una condena al ostracismo. Esta campaña fue en aumento: se retiraron estatuas, como la de Valencia, ciudad que el Generalísimo había salvado para siempre de las avenidas del Turia; se desmontaron placas conmemorativas con lo que obras de la envergadura de autopistas, las grandes presas o el trasvase Tajo-Segura se convirtieron en hospicianas sin origen conocido. Incluso se llegó a retirar el nombre del Generalísimo de la gran avenida madrileña edificada bajo su mandato, con lo que la capital que honra en su callejero a centenares de insignificantes personajillos, ignora oficialmente el nombre de quien la liberó de los comisarios soviéticos. Por entonces, como homenaje al invasor moro, se dio el nombre de un medieval emir Mohamed a una calle próxima al palacio de Oriente."