viernes, 27 de abril de 2012

FELIX HINOJAL GARCIA

Hoy fue enterrado en su pueblo natal de Los Corrales de Buelna Félix Hinojal García. Tenía 81 años si no me equivoco. Ingeniero Técnico de Minas en Forjas de Buelna, fue elegido representante en el Jurado de Empresa. Después sería Jefe de Personal y Adjunto a la Dirección General de Mecobusa y Fundimotor.
Persona moderada y mesurada, fue Diputado Provincial y uno de los fundadores de la UCD en su municipio, ocupando la jefatura de la entonces Junta de Obras del Puerto de Santander hasta que fue nombrado Consejero de Sanidad, Trabajo y Bienestar Social. En 1987 fue nombrado gerente de la Fundación Marqués de Valdecilla. De 1991 a 1995 sería concejal por el PP en Los Corrales de Buelna.
Quien ha  tenido la oportunidad de conocerle durante estos últimos años puede asegurar que Félix era ante todo lo mejor que se puede ser en este mundo, un hombre bueno.
Félix era uno de los ocho hijos de Félix Hinojal Olmedo, que con 42 años y, cuando el ahora finado contaba apenas 5, fuen detenido el 19 de julio de 1936 por ser el Jefe de Falange de Los Corrales de Buelna y trasladado a la cárcel de Torrelavega de donde le sacaron dos veces para ser martirizado, y, aunque fue liberado el 27 de septiembre, no tardó en ser secuestrado por la policía roja de Los Corrales trasladándole hasta el monte San Cipriano donde atado de pies y manos fue rociado de gasolina, prendido fuego y rematado a tiros. después lo enterraron en una cuneta.
Félix García Hinojal tenía memoria pero nunca le oí un reproche, superponiendo a cualquiera que fuera su sentimiento el afán de convivencia pacífica de los españoles.
Desde la seguridad de que Dios le concederá el descanso eterno, sirvan estas escuetas palabras de modesto homenaje.

miércoles, 25 de abril de 2012

ONESIMO: UN MERECIDO HOMENAJE


El 24 de julio de 1936 moría en acción de guerra el Caudillo de Castilla, Onésimo Redondo. Apenas cinco días antes había salido del penal de Ávila donde la canalla marxista le había trasladado para separarle del resto de camaradas presos en la cárcel de Valladolid y de los que, aún en libertad, esperaban el momento de comenzar la liberación de la Patria amenazada. Onésimo, el paladín más esforzado de Castilla, el que supo comprender como nadie ese carácter nacional y universal de la meseta, alejada del localismo que aqueja al resto de tierras españolas de la periferia, murió a los 31 años, años vividos con intensidad, con espíritu revolucionario que sólo podía encontrar acomodo en aquella Falange de las Jons que crearon José Antonio, Ramiro y nuestro referido adalid de Castilla. Hombre de la tierra y para la tierra, del campo para el campo, en su corta existencia creó el Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, crearía otro de trigueros, dio vida a los semanarios Libertad y posteriormente Igualdad, nombres no tomados al azar, sino que provienen de la vacía terminología masónica y marxista y que con Onésimo adquieren todo su valor y contenido. En 1932 tuvo que exiliarse en Portugal para eludir la más que segura captura por parte del gobierno republicano.

Hombre recio, castellano en una palabra, de verbo directo, seco, sin artificio tuvo sin embargo el carisma de los grandes conductores de pueblos. En los pocos días que vivió desde su liberación hasta su muerte puso en movimiento a las Falange Vallisoletana para, en colaboración con el Ejército, asegurar las cumbres del Guadarrama, donde convirtieron El Alto del León, en el de Los Leones de Castilla. No dejó de visitar el frente a diario para alentar y compartir la lucha con sus falangistas y en una escaramuza con fuerzas infiltradas por caminos secundarios encontró la muerte en el pueblo de Labajos, cuando, como Ramiro, Ruiz de Alda, José Antonio o su hermano Fernando, se encontraba en la flor de la vida, quedándole muchos servicios que rendir a España y que se vieron truncados por una temprana muerte que el destino les deparaba.

Finalizada la guerra, concretamente en los días 12 y 13 de junio de 1941, se le rinde el merecido homenaje de un pueblo y un estado que ya siempre le llevaría en el corazón, al menos hasta que dejó de tenerlo.

En la noche del día 12, a la una de la madrugada, sus restos son trasladados desde el cementerio hasta el Ayuntamiento de Valladolid donde se instala la capilla Ardiente. A media mañana, tras concentrarse miles de camaradas, de camisas viejas de toda España, comienzan los desfiles por la ciudad a cargo de las Centurias de Madrid y las Milicias Universitarias, con banderas y uniformes. El paso de la comitiva fúnebre fue saludado por miles de personas hasta el Consistorio, donde cinco años antes fuera velado por sus camaradas.  En este día, cuando se cumplía el décimo aniversario de la aparición de Libertad, la vela fue realizada por turnos por todas las delegaciones y secciones de la Falange de Valladolid. La primera celebración eucarística es oficiada por el colaborador religioso del semanario para el personal de la Redacción y Talleres. La misa de las ocho de la mañana en todas las iglesias de Valladolid se aplica en sufragio por su alma. El féretro sería después trasladado hasta la iglesia de San Benito, que fuera antiguo Alcázar Real, para la celebración de los funerales antes de su inhumación en el monumento funerario que la Falange de Valladolid erigió para su primer jefe.

Cuatro horas duró el traslado desde el cementerio al Ayuntamiento, con tres paradas, ante la cárcel donde estuvo preso, ante la Iglesia de las Madres Descalzas y frente a su casa, lugares en los que se ofició un responso.

A las 9 de la mañana llegaron las Autoridades y Jerarquías, entre las que destacaban los Generales Moscardó, Solchaga y Valverde; en representación del Caudillo acudió el Ministro Secretario del Movimiento, José Luis Arrese y los ministros Miguel Primo de Rivera, Girón de Velasco y Carceller. También los subsecretarios Carrero Blanco y Rodríguez Gimeno, los Directores Generales Ercilla, Arjona, Ridruejo y Sancho Dávila; el Primo de Rivera y otros más.

En San Benito, tras sonar el Himno Nacional, se hacen cargo de las andas Miguel Primo de Rivera, Girón, Carceller, Sancho Dávila, Agustín Aznar y otros, para depositarlas en el lugar preparado en la nave central, a cuyo lado derecho se sitúan los hijos de Onésimo, el pequeño con uniforme de Flecha, su padre, su hermano Andrés, sus hermanas y otros familiares.

Terminada la ceremonia miembros de Vieja Guardia toman el féretro y en comitiva abierta por la centuria de honor y las del S.E.U. y Trabajo, seguidas por las de Vieja Guardia de Valladolid y Madrid, cruz alzada, Clero parroquial, el féretro escoltado, representante del Caudillo, ministros, Junta Política y demás representaciones del Estado y el Partido, se trasladan al cementerio parando nuevamente ante la prisión y la casa del Jefe para rezar de nuevo un responso. El cuarto relevo lo realizan el director y redactores de Libertad junto a antiguos colaboradores como Ercilla, Ridruejo o Juan Aparicio.

Sobre las dos y media llegan al cementerio y se verifica la inhumación, se procede a la ofrenda de coronas, entre otras las de la Secretaría General, Junta Política y Consejo Nacional, que son de bronce y los ramos que depositaron sus hijos, Mercedes, Pilar y Onésimo. A continuación, el Ministro de Trabajo, Girón, exaltó su figura en un vibrante discurso. Terminó el acto con el canto del “Cara al sol” y los gritos de ritual por parte del camarada Arrese.

A las seis de la tarde, más de 25.000 personas se concentran en el Campo Grande para rendir el último homenaje a Onésimo y oír las palabras de narciso García Sánchez, director de Libertad, José Rivero, jefe provincial y gobernador civil, que leyó el Decreto del Generalísimo por el que se concedía la laureada a la capital castellana así como distintas demandas entre las que cabe destacar el cambio de denominación de Quintanilla de Abajo, cuna de Onésimo por el actual Quintanilla de Onésimo, el levantamiento de un monumento a su memoria en Labajos o la aprobación del proyecto to de renovación forestal del Valle de Esgueva que tanto ilusionaba al Caudillo de Castilla; Miguel Primo de Rivera, Ministro de Agricultura y por último, José Luis Arrese, como Ministro Secretario General.

Para terminar, desfilaron nuevamente la columna de honor de Madrid, las milicias universitarias, el Frente de Juventudes, las Centurias del Trabajo, Centurias expedicionarias, Ex combatientes y falangistas de toda España, todas ellas mandadas por el Jefe regional de Milicias, Teniente Coronel Gómez Seco.

martes, 17 de abril de 2012

LA REALIDAD EN NUMEROS. EL PSOE, PARTIDO CRIMINAL


Tiempo habrá de seguir refiriendo las bondades y habilidades rojas en general y de los socialistas en particular; hasta entonces unas pocas cifras que reflejan el quehacer de estos lobos disfrazados de cordero, pese a lo que se les puede ver la patita por debajo, sin olvidar esa inclinación inevitable a tirar al monte que no pueden evitar.
Al comenzar la Guerra Civil, o mejor dicho, hasta el 17 de julio de 1936, la Falange había sufrido en sus carnes la persecución sin tregua por parte de la chusma roja, que siempre tuvo claro que serían los muchachos de la camisa azul los que supondrían el mayor obstáculo en su camino hacia la destrucción de la República en aras de la dictadura soviética a la que aspiraban. Se contabilizaron 103 asesinados en ese período, en buen número de ocasiones por la espalda o a cargo de auténticas hordas. Jóvenes asesinados a traición por facinerosos pertenecientes al PSOE, las Juventudes Socialistas, el Partido Comunista o la CNT; los mismos que ahora cacarean sobre libertad y democracia dejando ambos términos vacíos de contenido y llenos de auténtica pus. Su pecado, vender la prensa falangista, creer en un futuro mejor para España y los españoles, creer en una verdadera justicia social.
Como se indicó en otro artículo anterior, sólo tras la muerte y profanación de Juan Cuéllar comenzó Falange a vengar los asesinatos de sus miembros, cosa que siempre disgustó a José Antonio, que comprendió, sin embargo, que no podía continuar enterrando muchachos sin más esperanza que la de ir cayendo uno a uno hasta el exterminio.
Pues bien, como es constatable a través de testigos directos y de la prensa de la época, de los caídos, un 23% no se conoce su profesión; otro 23% eran estudiantes, jóvenes por tanto; el 7% eran albañiles; el 4%, mineros; el 6%. obreros y un goteo hasta el infinito de distintas profesiones y ocupaciones donde brillaban por su ausencia los "señoritos".
De los 103 asesinados, 43 lo fueron por socialistas; 17 por comunistas; 9 por anarquistas; 5 por grupos de socialistas y comunistas; 4 por las fuerzas del orden; 4 durante la Revolución de Octubre; 3 por militantes del Partido Federal, quedando 18 más sin determinar. Por tanto los pistoleros del PSOE y sus juventudes ocasionaron, con seguridad, más del 50% de aquellas muertes, sobre todo en los años 1934, 1935 y, sobre todo, en 1936, donde el gobierno frentepopulista consintió y amparó estos crímenes e indultó a los presos por los cometidos con anterioridad. Ya sabemos que a los socialistas les encanta eso de los indultos según a quién se le aplique.
A destacar que el 26% de los asesinados lo fueron en Madrid, el 10,6 % en Sevilla; el 7,7 en Cantabria; el 6,7& en Asturias; el 4,8 en Ciudad Real; diseminándose el resto por muchas otras provincias.
Los falangistas caerían por miles en la guerra, en el frente y en la retaguardia; también caerían tras la Victoria por la acción de terroristas infiltrados en ciudades y pueblos y, por último, también bajo el régimen actual donde otros socialistas, las ratas de la ETA, continuaron con la tarea del tiro en la nuca que sus predecesores del PSOE y del PCE tanto perfeccionaron.
Los datos han sido tomados de la obra De cada cuatro cayeron tres, de Cristóbal Córdoba, editado por Ediciones Barbarroja, que no puedo dejar de recomendar.

sábado, 14 de abril de 2012

AQUELLOS ALMACENES DEL SEPU


En Gran Vía de Madrid se instalaron los almacenes denominados Sociedad Española de Precios Únicos, popularmente conocidos como SEPU. Ocupaban parte del edificio que anteriormente habían ocupado los almacenes Madrid-París, que fracasaron teniendo que echar el cierre. Allá por 1935 trabajaban como dependientas en dichos almacenes casi docena y media de mujeres afiliadas al sindicato falangista, CONS. Todas ellas fueron despedidas en bloque a causa de su filiación sindical y política, no pudien, do llegar a aningún acuerdo para deshacer semejante canallada. La Jefatura de Falange toma la decisión de dar un escarmiento a los empresarios del SEPU, encargándole al jefe Nacional de Primera Línea, Agustín Aznar, preparar una acción punitiva.
El día 15 de marzo grupos de falangistas van entrando en el local y distribuyéndose regularmente esperan la señal convenida que da el propio Agustín Aznar para comenzar el apocalipsis. Volaron trastos en todas direcciones, rompiéndose artículos, lunas, maquinaria, etc. en una acción que duró apenas unos minutos hasta que una nueva señal de Agustín puso fin a aquel terremoto. los falangistas salieron del local quedándose Agustín Aznar a esperar la llegada de la fuerza pública y lamentar con ellos los hechos que acababan de ocurrir como si de un desprevenido cliente se tratase.
En la casa de Socorro del Centro y del Palacio se asistió a D. Timoteo Alvarez, de 34 años; Juan Romero Bachiller, de 25; Luisa Orozco, de 28; Gregoria Orozco, de 57; Cipriano Lloret, de 67; así como una de las dependientas por una crisis de ansiedad.

domingo, 8 de abril de 2012

AQUEL FEO ASUNTO DE CASAS VIEJAS...


En enero de 1933 tuvieron lugar los luctuosos hechos conocidos como de Casas Viejas por ser éste el nombre del pueblo donde tuvieron lugar. El levantamiento y algarada anarquista supuso uno de los mayores baldones, y fueron muchos, que pesó, pesa y pesará sobre aquella republiquita de traidores y chorizos, de criminales y canallas. La reducción a cenizas de la casa de El Seisdedos con éste y sus acompañantes dentro, así como la ejecución de más de una docena de detenidos por parte de los Guardias de Asalto enviados por el responsable de Orden Público, el socialista Casares Quiroga, supuso de facto la puntilla del gobierno Azaña.
Este asunto provocaría más tarde otras víctimas por parte de los mismos ejecutores, los criminales socialistas. No puedo pasar por alto el asesinato del camarada José Ruiz de la Hermosa, considerado como el primer Caído de la Falange. Al día siguiente al de difuntos del año 1933, en Daimiel, su pueblo natal en la provincia de Ciudad Real, José presenciaba un mitin del PSOE; mientras uno de los oradores criticaba la durez del gobierno de turno para con los obreros, con la doble vara de medir típica de los socialistas, José no pudo reprimir pronunciar en voz alta una advertencia: "Acordaos de Casas Viejas" . La chusma comenzó inmediatamente su linchamiento, siendo apuñalado en el exterior por un fulano que curiosamente ostentaba su mismo nombre, siendo rematado a golpes en el suelo. El asesino no tuvo que pagar por su crimen, porque cuando sus compinches ganaron las elecciones, lo primero que hicieron fue promulgar una amnistía a mayor gloria de pistoleros y demás delincuentes socialistas, comunistas y anarquistas. La causa contra el José Ruiz de la Hermosa asesino se archivó.
Volviendo al asunto Casas Viejas, a continuación la atinada opinión del periodista y escritor Julio Camba sobre el asunto:
"Yo no me tengo por un hombre que se deje llevar demasiado por la sensiblería en cuestiones políticas. Creo que los Estados están en la obligación ineludible de defenderse y que, cuando un gobernante ejecuta ciertos actos en defensa del Estado, es porque el Estado carece de personalidad física para ejecuarlos por sí mismo; pero ello no quita para que los sucesos de Casas Viejas me pongan los pelos de punta. Todo lo ocurrido en el pequeño pueblo andaluz me parece una vergüenza, un horror y una abominación. Ya puede la República mandar sus vestiduras al tinte. la sangre de Casas Viejas las empapó de tal modo, que, si no se procede ahora con la mayor energía, será completamente imposible el darles jamás una apariencia decente.
Y es que en Casas Viejas no fue el Estado quien mató. El Estado no podía matar, porque había rechazado la pena de muerte, y como el Estado no podía matar, hubo que hacer las matanzas a espaldas suyas. He aquí toda la ferocidad, todo el ensañamiento, toda la perfidia y toda la alevosía de aquellos crímenes. Es como cuando un asesino cualquiera se pone a desmenuzar en pequeños trozos el cadáver de su víctima para distribuirlos luego, por medio del Servicio Postal, entre las personalidades más distinguidas del Bailly-Bailliere. ¿Se figura alguien, acaso, que hay en el mundo criminales capaces de incurrir por gusto propio en semejante crueldad? Lo que ocurre es que el asesino necesita cuanto antes hacer eso que los traductores de novelas policíacas francesas llaman "disponer del cadáver". Tiene que ocultar a la mayor brevedad posible el cuerpo de su delito, y para conseguirlo no se detiene ante nada.
Yo me imagino a los hombres de Casas Viejas como a unos neófitos de la represión política que comienzan por dar un mal paso y, asustados ante su propia obra, van amontonando, en el deseo de borrarla, horror sobre horror y abominación sobre abominación. No los considero, por tanto, especialmente sanguinarios. Al contrario. Si han matado de una manera alevosa ha sido precisamente por haber querido darse el gustazo de ser mejores que los demás haciendo una Constitución de la que quedaba excluída la pena de muerte, así como la guerra y no sé si también los terremotos y las inundaciones. Es decir, que no han matado por maldad ingénita, sino por frivolidad, por ligereza, por cursilería y por pedantería. Han matado, en fin, igual que han hecho tantísimas otras atrocidades..."
Corría el mes de junio del 34.

miércoles, 4 de abril de 2012

JUAN CUELLAR CAMPOS. CUANDO LA PACIENCIA SE ACABO


Antes de Juan Cuéllar habían caído ya Ruiz de la Hermosa y Juan Jara, Polo y Sampol Cortés, Matías Montero y también Montesinos, Jesús Hernández y otros. Los pistoleros socialistas no escatimaron esfuerzos en reducir las filas de Falange. Además de los caídos, muchos otros resultaron heridos. Y todo ello a coste cero hasta el punto de que algunos malnacidos llegaban a hacer broma de ello con aquello de la Funeraria Española. Pero todo vaso acaba rebosando y fue el asesinato de Juan Cuéllar Campos, por su especial sadismo, el que puso fin a las reacciones contenidas y dio comienzo a la devolución de golpe por golpe a la impunidad con la que la horda roja venía actuando.
Juan Cuéllar tenía 18 años y acudió con otros camaradas al monte de El pardo un domingo de junio de 1934; a ese lugar acostumbraban a hacer excursiones elementos comunistas y socialistas. Concretamente fue en la zona conocida como Valdemarina. Por los alrededores otros pequeños grupos de falangistas disfrutaban de la soleada mañana de domingo. No tardó mucho en comenzar la trifulca entre el grupo de Cuéllar y un grupo de marxistas que estaba en las proximidades y el pequeño grupo de falangistas se vio increpado y asaltado por una veintena de elementos de izquierdas jaleados por las fulanas que les acompañaban. Juan Cuéllar recibió dos impactos de bala, siendo también heridos los camaradas Casto Castro, Manuel Arredondo Souza y Manuel Roldán Vallejo, de carácter reservado y de gravedad el último. Cuéllar presentaba heridas de arma blanca, incluso en la boca, además de los dos balazos, así como desgarros en una oreja producidos a navajazos. Fue detenido un sujeto de nombre Santiago Marcelino Alique, que previamente había mentido sobre su identidad, pintor de oficio, que se había distinguido en la agresión; también se detuvo posteriormente a Miguel Primo de Rivera al haber perdido una cédula a su nombre en los alrededores y que declaró haberse bajado del automóvil que ocupaba junto a otros excursionistas al oir los disparos y haber llegado al lugar de los hechos cuando los grupos se dispersaban.
Víctor hernández de Deza, juez de El Pardo ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al depósito, donde fue identificado por su padre, Inspector de Vigilancia. por supuesto, después de estos hechos la primera medida de la Dirección de Seguridad fue clausurar todos los centros fascistas que permanecían abiertos.
Fue un camarada de la misma escuadra que Cuéllar el que pudo observar, mientras permanecía inmóvil entre las jaras después de haber sido también agrdido, como los chibirís socialistas profanaban el cadáver de Juan, asestándole golpes y vergajazos, acuchillándole y cortándole una oreja, para terminar golpeándole la cabeza con una cántara de vino y colocándose una de aquellas golfas en cuclillas sobre su cara ensangrentada y ya desfigurada haciendo sobre ella sus necesidades. José Antonio, que acudió inmediatamente al lugar quedó totalmente impresionado por el estado en que había quedado el camarada Cuéllar y, con su aprobación, Ansaldo y Arredondo toman la decisión de que se debe dar una respuesta inmediata y contundente a la vez a la repugnante acción marxista.
Uno de los autos que patrullaban en busca de los autores de los hechos ocupado por Merry del Val, González Sanpedro, Guitarte, Aguilar y Agustín Aznar, Jefe de la Primera Línea, descubrió el grupo en la calle Eloy Gonzalo, abriendo fuego hiriendo a cinco de los integrantes, entre ellos a una mujer, Juanita Rico Hernández, modista, que fallecería después. Esta mujer fue la que ultrajó el cadáver de Cuéllar y era activa militante socialista. También resultaron heridos sus hermanos, Angel y Luis Rico y Juana Arroyo, otra modista.
Por orden de la autoridad judicial se detuvo a D. Gerardo Ossorio Moscoso, Conde de Altamira, por sospechar que el auto desde el que se consumó la agresión a los marxistas podría ser de su propiedad; tras tomarle declaración y no ser reconocido por ninguno de los del grupo, siendo puesto en libertad.
Ese mismo domingo la fuerza pública tuvo que cargar contra grupos de socialistas en la Plaza de Cascorro, resultando herido alguno de los agentes; otra carga contra excursionistas socialistas tuvo lugar en Moncloa. Por otro lado, en la calle de Méjico, en la Guindalera, una entidad deportiva alemana celebraba ese domingo un festival deportivo; en un lugar visible ondeaba una bandera con la cruz gamada. Allí se fueron juntando comunistas para pedir la libertad del rojo Thaelman dando mueras a Alemania y al fascio y comenzando a lanzar piedras contra el interior del recinto. En un momento dado alguien se llevó la bandera coincidiendo con la llegada del embajador alemán que puso su auto a disposición para trasladar heridos. Se detuvo al patibulario Santos Alvarez Monteserín como autor del robo de la bandera. El resultado de la agresión fueron tres niños heridos, uno de ellos grave.
Como se ve el clima de enfrentamiento era brutal, pero a partir de aquí Falange no dejó de contestar ninguna de las agresiones que sufría. La Primera Línea cuyo mando ostentaba el Camarada Agustín Aznar Gerner, tras las muertes de Cuéllar y la modistilla Juanita Rico que no fueron resueltas por la Administración de Justicia, evitó que los marxistas continuasen con su impunidad agrediendo a militantes falangistas con total descaro. Por supuesto, esto comenzó una espiral de violencia que no terminó hasta el inicio de la Cruzada de Liberación.