martes, 27 de septiembre de 2011

SIGUE SIN PASAR EL TIEMPO...


Tras presentarse en enero del 34 una proposición de ley contra el paro por parte de Acción Popular Agraria, se pudo conocer la supuesta posición de los socialistas por boca del señor Besteiro, reputada figura de la cosa socialista española y, como no podía ser de otro modo, así le fue.

Señalaba Besteiro la necesidad de seguir una política económica y financiera en orden a que el capital tuviera medios de emplearse en el fomento de la riqueza nacional. Al miedo al descenso del valor de la moneda y la inflación le sigue consecuentemente la dificultad para facilitar que los bancos presten dinero a bajo precio y, por tanto, es imposible que la riqueza circule y que la industria tenga iniciativa. Según D. Julián hacía falta una política de rebaja del interés capital.
Para Besteiro la crisis no era cíclica sino permanente y que sólo se podría superar con una transformación completa de la estructura económica de los pueblos. Para ello tendrían que introducir en la vida económica de los pueblos principios socialistas, eliminando a la vez el estímulo del interés privado.

Por tanto, para el socialista se plantean dos cuestiones contrarias, la segunda de ellas, la transformación económica de los pueblos no se ha dado nunca mientras han gobernado.
Prieto, Don Inda, socialista de `personalidad exuberante y exponente del refrán español: “Hombre al que guste vestir lo precioso, comer lo sabroso y gozar lo deleitoso”, no siguió la política propugnada por su compañero cuando fue Ministro de Hacienda en el primer gobierno republicano, es decir, cuando la ilusión era un valor fundamental emocionalmente. Si Besteiro propugnaba una política económica de coraje, valor, iniciativa, sin locuras ni fantasías, Don Inda prefirió hablar con Bancos y banqueros; apostó por estabilizar la peseta aunque, como reconocía, ni siquiera sabía qué significaba eso aunque sí que le sonaba mal, frenó las cantidades que podían generar riqueza mientras no se opuso al aumento de la burocracia y apoyó presupuestos con déficit y dedicado a gastos de personal encuadrado en organismos que por no estar dotados o ser mal dirigidos suponían un gasto totalmente ineficaz.
Se crearon rentistas y el cupón absorbió la casi totalidad del ahorro nacional. Se subió el interés del dinero, o sea, se aumentó el valor de obligación tirando por los suelos el de producción, quedando el Estado Español bajo las garras del dinero organizado y anónimo.
En definitiva, una política que no era socialista pero sí “de los socialistas”, como decía Besteiro, “la miseria para todos y la de la clase trabajadora especialmente”.
Frente a todo ello, Falange Española no pretendió mantener el statu quo económico y social con medidas coercitivas, por un procedimiento fascista, mussoliniano o hitleriano, o por un fascismo desvanecido o desvaído; tampoco se propugnó la revolución del puñetazo y la pistola. Se trata de ir a una resolución mucho más honda y trascendental tanto en la parte moral de los hombres como en la política económica, aunque no se enterasen de ello los dirigentes socialistas ni dejen que se enteren sus masas.

Y 77 años después los socialistas están en lo mismo, han llevado al Estado a lo mismo, a la clase media a la ruina y ni siquiera hay un Besteiro en todo el PSOE que sea capaz de dar un puñetazo que haga temblar los cimientos de esa carcunda y la envíe al vertedero de la historia que es el lugar que le corresponde. El hecho de que esta secta pueda dominar la voluntad de un mínimo de siete millones de españoles, hagan lo que hagan, y lo hacen, da la medida de hasta qué punto está enferma la sociedad española.

Información extraída del semanario FE.

domingo, 18 de septiembre de 2011

LA PRENSA ROJA


Ah! La prensa roja. Siempre ejemplar, siempre fidedigna, siempre mesurada, crisol de virtudes en definitiva.

Dejando aparte los actuales templos de la verdad como son El País o el panfletario Público, verdadero órgano de expresión equilibrado en defensa de la libertad y la democracia, son sus antepasados los que podemos considerar hoy una delicia para el disfrute de las mentes abiertas y preclaras.

Aquel Heraldo, aquel Claridad, aquel Ahora, aquel Política, Juventud, El Liberal, ABC, subtitulado a sí mismo como “Diario Republicano de Izquierdas” después de la incautación, para terminar en los serenísimos y muy comedidos El Socialista o Mundo Obrero provocan en el lector que tiene la fortuna de hacerse con alguno de sus ejemplares de época la hilaridad superadas, después de 75 años, las náuseas que sus contenidos podían provocar en sus contemporáneos no inoculados del virus comunista, masónico y antiespañol.

Aquella prensa que pretendía retratar la normalidad en el Madrid republicano cercado, que anunciaba las confiscaciones de víveres para alimentar una ciudad que padecía hambre; aquel Madrid en cuyos frentes se iban consiguiendo victorias, incluso en las retiradas mientras se iba caminando hacia la catastrófica derrota.

Prensa que retrataba la actuación de aquellos perversos tribunales populares mucho antes de que se crearan oficialmente por decreto de 7 de octubre del 36.
Prensa que recogía las hazañas de aquellos retaguardistas que amparados por las leyes democráticas se dedicaban impunemente al registro, la detención y el saqueo arbitrarios. Detenciones que acabaron muchas veces en asesinatos al pairo de la impunidad miliciana. Junto a las astracanadas de aquel enorme inútil para la guerra que fue el Coronel Mangada, cuya hoja de servicios apenas va más allá de la requisa en los pueblos de la Sierra y que ostenta el dudoso honor de ser quizá el militar rojo que más derrotas cosechó durante la Cruzada, podíamos leer también las laboriosas actuaciones del camarada García Atadell, el compañero Bravo de la brigada de investigación de Hospital-Inclusa, el diligente Federico manzano del grupo de investigación del Frente Popular de Funcionarios, la dirigida por el “señor” Méndez, la Escuadrilla del Amanecer, la brigada de investigación de la Federación de Juventudes Socialistas, la de la Agrupación Socialista, la brigada del Comisario Antonio Lino y tantos otros indeseables que tan bien reflejan el espíritu del socialismo “democrático”.

Orgullosamente la prensa relataba las actuaciones de estos facinerosos dando cuenta de la incautación de objetos tan peligrosos como banderas de la monarquía o documentos monárquicos en casas de quien había sido ministro de Alfonso XIII junto a arsenales de armas en casas cuyos dueños habían tenido la fortuna de escapar de la ratonera que era Madrid y por supuesto cualquier valor, ya fuese en forma de dinero, acciones, joyas o elementos artísticos. La prensa roja retrataba sin pudor la afición favorita de la España roja, defensora de la libertad y la democracia, el saqueo, el robo y el pillaje.

La prensa roja, que constantemente alentaba al populacho a tomar las armas y acudir al frente con más grandilocuencia que razones, con más demagogia que verdades, impulsaba a aquellos indisciplinados idiotas carentes de cualquier formación militar a acudir al sacrificio mientras ellos en la retaguardia se guardaban de exponerse y cantaban las hazañas de brutales asesinos. Como dijo Millán Astral: “...ahí mismo lo tenéis en la España roja. Vedlo. Comprobad cómo os mandan los rusos militares que ahora os tiranizan. Mirad cómo os mandan a la muerte. Mirad cómo os fusilan por la espalda, si vaciláis o retrocedéis en el combate. Pues yo os juro, anarquistas españoles, os juro por mi honor, ¡que nosotros no hemos hecho, ni lo haremos, fuego sobre nuestros propios soldados! Los nuestros van a la batalla. Vosotros vais a la muerte.”

domingo, 11 de septiembre de 2011

ENRIQUE HERRERA ORIA


Enrique Herrera Oria fue sacerdote jesuíta, hermano del que fuera fundador de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y de la Editora Católica, Obispo de Málaga y Cardenal, Angel Herrera Oria. Autor de obras como España es mi madre, obra predilecta de la progresía antiespañola, voy a referirme a una titulada Los cautivos de Vizcaya, donde relata su paso durante cuatro meses por la cárcel de Bilbao tras su huída de la Santander roja. Por supuesto estas obras no son citadas en el apartado biográfico que le dedica la Sociedad Cántabra de Escritores.

Halló el inicio de la Guerra Civil a Enrique Herrera en Santander de casualidad, impartiendo un curso de Historia de la Educación en el recientemente construído Colegio de las Esclavas. Aquí se reunió con su hermano Manuel. Refiere como fue posible el uso de la sotana hasta aproximadamente el 11 de agosto, donde la radicalización de las autoridades republicanas y la chusma que las apoyaban hizo aconsejable la ocultación. Comienzan las sacas y paseos hasta Cabo Mayor, caen el Presidente de la Juventud de Acción Popular, señor Canales y el portero del Hotel Ignacia de El Sardinero entre otros. Aquí recibió la noticia de la muerte de su apreciado y querido Onésimo Redondo, Caudillo de Castilla. Recuerda escenas como la del Club Marítimo, recién construido entonces y que en la actualidad suele verse engalanado con la enseña nacional cuando la ocasión lo merece, luciendo la enseña roja de la antipatria; la entrada del Koln en el puerto de Santander; las gestiones ante su primo, Modesto Piñeiro, cónsul del Perú para su intercesión ante el cónsul británico que supuso la salvación de los jesuítas de Comillas. La vista fatídica del Alfonso Pérez; el conocimiento de los asesinatos diarios de conocidos, hombres de iglesia y de la política y sociedad cuyo pecado era el de creer en Dios.

La situación hizo que tomase la decisión de huir hacia Francia formando parte de un grupo que a bordo de una gasolinera pretendía llegar desde Puertochico a San Sebastián. No siendo posible marchó junto a su hermano a Bilbao con el propósito de poder salir de territorio republicano siendo, tras muchas peripecias, detenido, tomado declaración y encerrado en la cárcel de Larrínaga, donde pasó cuatro meses hasta la Liberación de Bilbao, tras sufrir el trato humillante que caracterizaba a los guardianes rojos, frente al más humanitario de los gudaris y del Director del Penal, Sr. Charterina, hombre justo y de honradez acrisolada, sin cuya acción positiva los reclusos de Larrínaga hubieran sido asesinados por la horda roja junto a la que tenían que convivir por obra y gracia de unos dirigentes nacionalistas que prefirieron los réditos políticos que esperaban conseguir de los carroñeros de la hoz y el martillo frente a sus hermanos en la fe.

Para terminar quisiera referir el episodio que dedica a un joven falangista de 26 años de nombre Arturo García Suárez, condenado a muerte al que confortó espiritualmente en sus últimos momentos. Tanto el padre herrera como su hermano Manuel, el capitán Presilla o el Marqués de Santa Lucía, compañeros de presidio, le pidieron una dedicatoria para su Kempis. He aquí alguna de ellas:

"Nunca olvide en sus oraciones al que hoy ha de morir, que a ellas se encomienda".

"Recibamos cuanto quiera Dios enviarnos, que es lo que nos conviene, aunque a veces nos parezca duro".

"Morir por España no es morir, que es ganar la gloria que Dios nos tiene prometida. Ruega por mí que yo no me olvidaré de tí".

"Trabajad por el engrandecimiento de España y ajustad vuestra vida a las enseñanzas de Cristo, y veréis qué contento se muere".

Tras recibir el sacramento de la Eucaristía en la celda es trasladado al cementerio de Derio para ser asesinado. Con entereza, con sendos crucifijos, sin pañuelo en los ojos y con el brazo extendido recibió la descarga que no acabó con su vida necesitando ser rematado en el suelo de tres tiros más, todo ello ante unos cien espectadores que acabaron impresionados.

El 10 de octubre de 1937 Herrera se encuentra otra vez en Santander donde acude a Cabo Mayor junto a miles de fieles para asistir a la misa que se celebra en lugar donde la milicianada cometió sus peores fechorías en memoria de los mártires de la Montaña. Al terminar el General López Pinto se dirige a los asistentes. A las ocho de la tarde la gente serpentea por las praderas colindantes siguiendo las cruces que conforman las estaciones del Vía Crucis que los mártires recorrieron para llegar al monte Calvario de Cabo Mayor.

martes, 6 de septiembre de 2011

FRANCISCO DE PAULA SAMPOL CORTES ¡PRESENTE!



La muerte le ha traído a nuestras filas. Aunque no perteneciera a las falanges españolas su sangre ha escrito sobre el suelo de España su cédula de inscripción; su sangre que ha gritado la traicionera y asesina barbarie de los que laboran por socavar a nuestra España.



Francisco de paula Sampol Cortés, como tantos otros a quienes la agonía de estas jornadas entrecortó el aliento, está escribiendo con rojas letras la historia de España. Por eso vivirá siempre entre nosotros y para nosotros.



La tierra española le recibió en el instante de su mejor ensueño, haciendo rojo barro con la vena de su herida. la voz de nuestras falanges, la voz de España, al oir enunciar su nombre, tanto en las horas trabajosas y anhelantes de la lucha, como en las alegres jornadas triunfales, tan sólo responderá con un solo grito breve y enérgico ¡PRESENTE!






Palabras de José Antonio en el entierro del que fuera asesinado por la espalda por el delito de comprar un periódico de Falange por los defensores de la libertad y la democracia.